prejuicio
s m prejuicio:
opinión en general negativa sobre algo formada sin motivo o conocimiento.
Juicio u opinión preconcebida que muestra rechazo hacia un individuo, un grupo
o una actitud social
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009
Larousse Editorial, S.L.
No me extraña que haya sido un colega
psicólogo quien comenzara el rumor, con investigaciones cuestionables típicas
de la época, que los niños sin
hermanos se convierten en adultos solitarios, egoístas y desajustados. Con su
estudio “Of Peculiar and
Exceptional Children” publicado en el 1896 el psicólogo Stanley Hall dio pie al
prejuicio que hasta el día de hoy rodea a los hijos únicos. Los profesionales
de la época continuaron reforzando las opiniones de Hall y, en el 1922, el
psicólogo A. Brill publica en su libro sobre el psicoanálisis que “ seria
naturalmente mejor para el individuo como para la raza que no hubieran mas
niños únicos”.
Como sucede con la mayoría de los
prejuicios a pesar de que ha surgido plena evidencia para desmentir aquellas
atribuciones permanentes que publicara
Hall sobre los hijos únicos, todavía existe resistencia al cambio.
Las familias que, por decisión informada
o por circunstancias particulares, tenemos un solo hijo/a nos vemos en la
continua situación de ser objeto de crítica o juicio por terceros. Así también
nuestros hijos son víctimas del prejuicio relacionados a su constitución
familiar y subestimados de su verdadera personalidad.
La pregunta ”¿van a tener hijoS?” implica desde el comienzo de una
relación la pluralidad y niega la posibilidad de criar a uno solo. Cuando nace
su primogénito a la pareja se le
anima y se le persuade inmediatamente para que tengan otro hijo/a.
Preferiblemente la contraparte en género. Esto para “ayudar” en el desarrollo
del recién nacido que, según la cultura que nos rodea, se verá sumamente
afectado sin la presencia de un/a hermano/a.
Y así comienza la avalancha de juicios y
prejuicios sobre la conducta del
hijo/a único. No importa la conducta manifiesta del hijo/a único, se evalúa y
se clasifica por quienes lo observan dentro del contexto de su “limitada”
familia.
Si presenta algún miedo, es por ser hijo
único. Si presenta ansiedad de separación, es por que es ‘dependiente de la
madre’. Si habla mucho, es
por ser hijo único. Si es muy callado, es por que no tiene hermanos con quien
hablar. Si su conversación es amplia y el contenido maduro, es por ser hijo
único y criado entre adultos. Si no es independiente en todo, es por ser hijo
único y todo se le hace. Si no juega deportes es por que no tiene
hermanos. Si muestra liderazgo, es
caprichoso y mandón pues es hijo único. Si se le olvida una libreta en clase,
es por ser hijo único y no se le dan responsabilidades. Si se antoja de algún
juguete, es por ser hijo único y todo lo quiere para él. Si no come bien, es
porque no tiene el ejemplo de hermanos para comer. Si le da coraje es por estar añoñado producto, por supuesto,
de ser hijo único. Si llora, es por malcriado ya que es hijo único. Si es
cariñoso, es por ser hijo único y recibe “demasiado” amor y atención. Si se enferma mucho es por falta de
gérmenes y anticuerpos que pudieran traer otros hermanitos a la casa. En fin…el
niño/a es en su totalidad el producto de la falta de hermanos/as.
Así
el prejuicio ha sido perpetuado desde hace 2 siglos y por ello la gente, en
general, califica a los únicos como malcriados, agresivos, mandones, solitarios
y hasta desadaptados. Los padres/madres también se les pasa juicio ya que son
los responsables de las ‘limitaciones’ de su hijo y por esto son “egoístas,
mala madre/padre, desconsiderados y hasta irresponsables”. Pero la realidad es que múltiples investigaciones basadas en
evidencia han demostrado que no existe diferencia entre los hijos únicos y
aquellos que provienen de hogares con hermanos en ninguna variable excepto en inteligencia.
Un
estudio longitudinal (realizado a lo largo de 20 años) ha demostrado que la
educación dada por los padres a los hijos únicos resultaba en niveles
educativos más altos, mejores notas en los exámenes y mayores niveles de logro
educativo y profesional. La explicación para esta ventaja es que en las
familias con un solo hijo/a “no se diluyen los recursos”. En general, los hijos únicos cuentan
con todos los recursos financieros de sus padres con lo cual pueden tener oportunidades
de lecciones extras o especiales en lo que fuera necesario. Además, aprenden a
ser más críticos y observadores pues existe una interrelación más directa con
los padres y reciben, sin duda, una atención individual y personalizada al no existir
otros niños en el hogar.
Pero,
alejándonos de las comparaciones, el punto es que cada niño/a tiene su manera
única de ser y de expresarse y que cada padre/madre cría de una manera diferente
tenga uno, dos o tres hijos. El prejuicio existente lo que lleva es a
victimizar y marginar a los hijos
únicos y a sus padres buscando de esta manera justificar la creencia errónea de
que son diferentes. Lo importante no es si nos criamos en un hogar lleno de
hermanos/as, lo importante es criarnos en un hogar lleno de amor. Los
hermanos/as los escogemos en el camino y, si escogemos bien, se quedaran con
nosotros toda una vida.
Referencias
Bayrakal S and Kope T (1990). Dysfunction in the single-parent
and only-child family, Adolescence, vol 25/97(1-7).
Cosic M (1999) Only child: a provocative analysis of the impact
of being an only child' Landsdowne Press.
Laybourn A, (1994) The Only child, Myths and Reality,
Edinburgh:HMSO.
Richards H and Goodman R, Are only children different?
Journal of Child Psychology vol 37, 1996.
Denise F. Polit and Toni Falbo (1988).
The Intellectual Achievement of Only Children. Journal of Biosocial Science, 20
, pp 275-286 doi:10.1017/S0021932000006611