Durante
la semana mundial de la lactancia (agosto 1-7), se enfatiza la importancia de
la protección, promoción y apoyo
para maximizar el logro de una lactancia exitosa. Cónsono con esta misión me
gustaría abordar el tema del destete. Frecuentemente comparto con madres que se
cuestionan la edad ‘apropiada’ para el destete y desconocen el impacto
emocional que conlleva el mismo tanto para ella como para su bebé.
Existen
modelos antropológicos que brindan una guías específicas para la edad del
destete (e.g., Harvey & Clutton-Brock,1985; Charvon y Berrigam,1993;
Lawerence, 1994) . Dependiendo del modelo, la edad recomendada para el destete del ser humano fluctúa
desde la edad mínima de 9 meses hasta pasado los 7 años de edad. Las guías de la Academia Americana de Pediatría
(AAP por sus siglas en inglés) recomienda que se lacte a los bebés
exclusivamente durante los primeros 6 meses seguido por la combinación de
introducción de alimentos complementarios durante el primer año y continuar la lactancia hasta que sea mutuamente deseado por mamá y bebé (AAP, 2012).
Esta última es la
recomendación más útil que puedo ofrecer a las familias con quien trabajo. Como
la mayoría de los temas relacionados a la maternidad y paternidad, el momento
del destete debe ser también una elección personal basada en las necesidades de
la díada. Los factores que
influyen en la decisión del destete van más allá de formulas matemáticas y
guías específicas. Entre estos se encuentran los valores y circunstancias
socio-culturales, condiciones médicas de bebé o mamá y las actitudes hacia la
lactancia.
De vital
importancia es conocer que si se decide destetar, este proceso debe ser uno
gradual. El
impacto del destete abrupto o repentino tiene repercusiones físicas y
emocionales en la díada. El infante se puede observar triste y distraído, puede
presentar sonambulismo, miedo a la separación y puede comenzar a morder. Además
puede presentar un aumento en el apego a la madre durante el día y acogerse a
un nuevo objeto de apego como lo es el chupete, una sabanita o un peluche. El bebé puede sentir abandono. También el infante
destetado abruptamente puede ser más susceptible a infecciones no solo por la
introducción a otras comidas y las posibles alergias a estas sino también
porque pierde las propiedades protectoras de la leche materna. Si el infante acepta un
método alterno para alimentarse antes de destetarlo esto puede minimizar el
impacto traumático de abandono tanto para la madre como para bebé. El destete, de
ser totalmente necesario, se debe dar paulatinamente.
En la madre se pueden presentar
cambios físicos en su peso y algunas reportan la necesidad de ajustar su dieta
para eliminar las calorías que apoyaban la producción de leche durante la
lactancia. El destete también provoca el retorno de la menstruación y con este
la fertilidad. Cuando el destete es uno abrupto la madre puede presentar inflamación
de mamas, sensación de llenado y ductos tapados ya que los humanos pueden continuar produciendo leche por un
promedio de 45 días luego del destete.
Se presentan además cambios
hormonales en la madre que pueden producir fluctuaciones en estado de ánimo. El destete abrupto puede
poner en riesgo a una madre de desarrollar un trastorno emocional posparto y/o
de agravar una condición emocional pre-existente. A nivel hormonal el destete
produce una reducción repentina en prolactina que ha estado asociado a
sensaciones de tristeza, depresión y cambios en estado de ánimo. La madre que
desteta a destiempo pone en riesgo su salud emocional. El destete puede percibirse como una
pérdida física y emocional del vínculo de la díada y de una etapa especial en
la vida de ambos.
En nuestra
cultura el proceso de la maternidad ha sido uno medicalizado que, en parte, ha
contribuido a que muchas mujeres deleguen
la responsabilidad en los (as) profesionales de la salud para decidir
por ellas el momento del cese de la lactancia. Cuando esto ocurre se arriesga
que estas recomendaciones estén basadas en mitos culturales del momento y
creencias personales del profesional en vez de la evidencia científica. El
destete no es solo un cambio en la dieta del infante, es también un cambio en la relación entre
mama-bebé. Por todo ello las recomendaciones arbitrarias sobre la limitación de
la lactancia, que no tienen en cuenta los deseos de la madre y de su hijo (a),
son simplemente inaceptables.
El proceso del destete
se puede considerar que inicia cuando el bebé comienza a tomar cualquier otro
alimento que no sea la leche de su madre y es una etapa más en el desarrollo del
niño (a). Idealmente este
debe ser un proceso espontáneo donde el bebé va dejando gradualmente el pecho
sin ser presionado por la madre u otras personas. Cada madre tiene que decidir por sí misma, sin
presiones externas, el momento adecuado para el destete basando su decisión en
las necesidades propias y del niñ@, y no en las expectativas de otros. Dile NO al Destete a Destiempo.