La imagen de una madre con su retoño en
brazos provoca, como mínimo, una sonrisa al observador. Todas las mujeres que decidimos
convertirnos en madres tenemos una expectativa de cómo vamos a sentirnos una
vez tengamos a nuestra criatura en las manos. Idealmente, muchas estuvimos preparándonos
para ese momento por los últimos nueve meses. Otras, quizás, toda la vida. ¿Pero,
que sucede cuando tus sentimientos no van a la par con tus expectativas?
Para un 20% de las mujeres esta es la
realidad. Cuando por fin tienen a su hijo/a en brazos los sentimientos no son
los que esperaban. Estas mujeres sufren de algún trastorno emocional durante el
posparto. El posparto se refiere a el periodo luego del alumbramiento hasta un año después del
mismo. Es una etapa vulnerable y sensible para la mujer. Los cambios
hormonales, la deprivación de sueño, la incertidumbre relacionada al cuido de
un bebé son solo algunos de los factores relacionados al ajuste normal a la
maternidad que se experimentan en
el posparto. Si a estos se le añade un trastorno emocional como lo es la
depresión posparto, la experiencia se convierte en una devastadora.
Existen varias condiciones relacionadas
al posparto de la cual la depresión es la mas común. La depresión posparto
(DPP) frecuentemente aparece sin ningún aviso. Puede ocurrir en el segundo o
tercer embarazo, a madres sin historial de condiciones emocionales previos o
con historial, en embarazos y
partos sin complicaciones, a mujeres con o sin problemas matrimoniales. En fin, las depresión
posparto llega de forma inesperada y reta las expectativas de los padres.
A pesar de la alta incidencia de depresión
posparto son pocas las mujeres que reciben la ayuda profesional que necesitan. Muchas mujeres se callan sus
síntomas por miedo a consecuencias adversas. Otras, cuando logran expresar lo
que siente, se les minimiza con frases como “todas las madres pasan por eso” . La
DPP afecta a la madre directamente pero, en el proceso, afecta a todos los
miembros de la familia.
La
depresión posparto no tratada puede impactar negativamente el vinculo
mamá-bebé, interrumpir la lactancia, resultar en un pobre cuidado del bebé y,
en el peor de los casos, poner en peligro la vida de la mamá. Es por esto imprescindible conocer los síntomas que pueden estar
afectando a la madre para así ayudarle a buscar ayuda profesional.
A continuación una lista de sentimientos que comúnmente
expresan mujeres que han padecido de depresión posparto. Es importante
salvaguardar que existen condiciones físicas que pueden enmascararse como DPP (condiciones
de tiroides por ejemplo). Por esto, siempre se debe pasar por una evaluación física
completa antes de llegar a la
conclusión de que el problema es emocional.
q No puedo quitarme este sentimiento de tristeza no
importa lo que haga.
q Lloro por lo menos una vez al día.
q Me siento triste la mayor parte o todo el tiempo.
q No me puedo concentrar.
q No disfruto de las cosas que antes disfrutaba.
q No puedo dormir ni cuando el/la bebé duerme.
q Me siento fracasada.
q No tengo energía; estoy cansada todo el tiempo.
q No tengo apetito y, cuando como, no disfruto la comida.
q Mantengo una ansiedad por comer constantemente.
q No recuerdo la última vez que me reí.
q Actividades cotidianas y simples me irritan o me dan
coraje. Hasta siento coraje con mi bebé, y mi pareja.
q Me siento que el futuro es desesperanzador.
q Parecería que me voy a sentir así para siempre.
q Me siento ansiosa/nerviosa la mayor parte del día.
q He tenido pensamientos que me asustan.
q Siento que no soy como imaginé de responsable con mi
bebé.
Es
importante poder diferenciar entre los cambios emocionales normales durante el
posparto y los que indican que necesitas ayuda profesional. Para esto debemos
tomar en consideración la
frecuencia, intensidad y duración de lo que sentimos. Es decir, muchas mamás pueden sentirse
tristes y con ansiedad periódicamente durante los primeros meses después del
nacimiento del bebé. Pero si se identifican 4 o mas síntomas de la lista
anterior que persisten por mas de dos semanas, deberías ponerte en contacto con
tu médico o profesional de ayuda.
Recuerda
no estas sola, no es tu culpa y, con ayuda, puedes sentirte mejor.