Cuando hablamos de las etapas de
desarrollo inmediatamente pensamos en los niñ@s. En la medida que continuo adentrándome
en los procesos de cambio y crecimiento de las madres y padres durante el
embarazo, parto y posparto me percato de la poca importancia que
tradicionalmente se nos ha dado a los/as criadores. Tanto en mis estudios
profesionales como en mi preparación personal para la maternidad, los libros
que leí todos enfocaban en las etapas de desarrollo del feto, del bebé y del/a
niñ@. El énfasis puesto en como nuestros estilos como madre/padre moldean a
nuestro hij@s.
Ninguno abarcaba el tema del desarrollo
de la madre y el padre.
¿No es esta relación interactiva? ¿A caso no pasamos
nosotras por distintas etapas según crece nuestra cría? ¿Quién moldea a quien?
Claramente, toda relación saludable entre
seres humanos es una de carácter interactivo. La relación padre-madre-hijo/a no es una excepción. La
realidad es que los padres moldeamos a nuestros hijos y nuestro hijos nos
moldean a nosotros. Es una relación activa, viva y cambiante. Si ellos pasan por etapas del desarrollo
así pasamos nosotras también. Ante
este interés encontré un articulo sobre las 6 etapas de ser padres (The Six
Stages of Parenthood) descritas por Galinsky que deseo compartir.
La primera etapa se da durante el
embarazo y se conoce como la etapa de la imaginación. Es una etapa marcada por
esperanzas e incertidumbre. A medida que aceptamos el embarazo nos preparamos
para el mismo y nos ideamos el parto. Creamos imágenes de cómo queremos ser como padres,
como será nuestra pareja, y como será nuestro bebé. Nos ajustamos a los cambios
en las relaciones con nuestro padres, amigos y pareja.
Con la llegada del bebé entramos en una
segunda etapa. Esta se caracteriza por
nutrir y cuidar. Como madres nos enfrentamos al cambio de identidad que llega junto a nuestro bebé y al
reto de balancear nuestras necesidades con las de este nuevo ser. Cambia nuevamente
nuestra relación de pareja y cambia nuestra relación con amistades.
Luego, entre los 2 y los 4-5 años de
edad, nuestros hij@s nos invitan a crear limites aceptables. A balancear el
poder y la autoridad con la aceptación de la autonomía. Vuelven a moldear
nuestro estilo, a poner a prueba nuestra habilidad de comunicación. Y
haciendo esto nos cuestionamos las imágenes antes creadas de los “hijos
perfectos” y los “padres perfectos” que pensábamos ser.
Desde los 5 años hasta la
pre-adolescencia, nos encontramos en la etapa interpretativa. Mientras que
nuestros hij@s expanden su percepción de mundo más allá de la seguridad de la
escuela y el hogar, nuestra tarea principal es asistir en la interpretación de
ese mundo. En ese interpretar de mundo, nos re-descubrimos nuevamente y nos
re-interpretamos como padres/madres e individuos. Reforzamos nuestros valores y
creencias para así transmitirla de manera más contundente. Contestamos preguntas a diario-preguntas
filosóficas, espirituales, políticas, sociales. Idealmente proveemos, además, a
nuestro hij@s con las destrezas e información necesaria para que continúen
expandiendo su mundo de manera responsable.
En la adolescencia, se nos presenta la
etapa de la interdependencia. Una vez más nos miramos como padres/madres y nos
re-evaluamos. Aceptar que nuestros ‘bebes’ ya son adolescentes y re-negociar
nuestras posturas de autoridad son dos principales tareas durante esta
etapa.
La sexta etapa, la despedida, ocurre
cuando nuestros hijos se van del hogar. Este periodo se caracteriza por
evaluaciones. Mientras los padres
se preparan para despedir a sus hijos, realizan un recuento de sus vidas como
padres y re-evaluan su proceso. Nuevamente se redefinen roles, identidades,
relaciones significativas y medimos nuestros logros y fracasos.
Yo entiendo que nos re-evaluamos y nos
re-definimos a lo largo de nuestras vidas. Pero, como madres y padres, estamos
más expuestos a esta transformación de manera frecuente. Para quienes criamos con consciencia,
nuestros hij@s nos mantienen en un crecimiento personal sostenido que solo
podemos agradecerles.
Nos moldeamos los unos a los otros,
creando así nuestra definición de familia.
Yo creo que el aceptar (en vez de
resistir) que estamos en constante cambio y re-definición personal cuando
estamos criando nos hace pasar por esta transición de manera más gentil.
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