Bienvenida

Este es un un espacio para expresar y compartir todo lo relacionado a la experiencia de la maternidad y la etapa posparto. Te invito a comentar y/o preguntar lo que intereses sobre este maravilloso y transformador proceso. 
"Estamos embarazadas por 9 meses y posparto... toda la vida." Robin Lim

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Qué decir ante la pérdida de un bebé?

Octubre se reconoce como el mes de la concienciación sobre la pérdida perinatal. La pérdida perinatal se define como aquella pérdida involuntaria que puede ocurrir durante el período de concepción, embarazo, parto y hasta 28 días del nacimiento.  A pesar de que las estadísticas oficiales del Departamento de Salud de Puerto Rico revelan una incidencia de muerte infantil de hasta un 9%,  este continua siendo un tema tabú y difícil de manejar entre familiares y profesionales de ayuda.

La maternidad es un evento social. No solo la madre y el padre se llenan de ilusiones cuando esperan a su bebé también familiares y amigos creamos nuestras expectativas y apego.  Al conocer la noticia de que alguien cercano ha perdido su bebé nos sentimos desconcertados. La muerte perinatal es un evento paradójico que evoca en todos los involucrados un sin numero de sentimientos encontrados.  Esta incertidumbre nos confunde al momento de ofrecer apoyo y muchos nos sentimos que no sabemos cómo ayudar a una madre/padre que vive esta experiencia y mucho menos qué decirles.

Desde hace tres años mantenemos reuniones mensuales de apoyo para madres y padres que han experimentado la pérdida perinatal.   Durante los grupos de apoyo los participantes han compartido la experiencia de recibir consejos y comentarios inapropiados que les provocan dolor y coraje en un momento lleno de sentimientos intensos.

Cuando unos padres reciben la noticia de que no se sienten los latidos de su bebé o de que su bebé ha muerto, no existen ‘palabras mágicas’ para consolar ese dolor. Reconocemos que muchas personas sienten que deben de aconsejar y/o decir palabras de aliento para aliviar el dolor de los padres ante su pérdida. Pero, en ocasiones, el momento no es apropiado y las palabras se pueden percibir con más dolor.

Por esto nos gustaría compartir frases que se deben evitar y algunas que han sido de ayuda según expresado por madres/padres dentro del grupo de apoyo. No existe una sola manera de experimentar el duelo ni una receta perfecta de cómo manejarlo. Entendemos que cada experiencia es individual y subjetiva pero las siguientes recomendaciones tienen un consenso general aceptado.

Que NO debo decir:

“El tiempo lo cura todo.”
“La vida continua.”
“Tienes que ser fuerte.”
“Todavía son jóvenes, pueden tener más hijos.”
“Mejor así, que con una malformación….”
“Ahora esta en el cielo, Dios necesitaba un ángel.”

Que SÍ puedo decir.

“Estoy aquí para escuchar si deseas hablar”.
“¿Cómo te puedo ayudar?”
“No me molesta que lloren.”

Que  puedo ofrecer:

Un toque apropiado.
Un abrazo solidario.
Guardar silencio y escuchar con atención.


Frases que pueden parecer inofensivas y que se dicen con los mejores deseos de consolar, pueden resultar en crear culpa y más dolor a los padres. El estar presente en el momento acompañado a una persona en duelo es el mejor consuelo. Dicho por la experta en duelo Elizabeth Kubler Ross: “El amigo que puede hacer silencio en el momento de mayor desesperación y confusión, el que puede mantenerse junto a nosotros durante el duelo, el que puede tolerar estar sin respuestas, sin curarnos y enfrentar la realidad de nuestra falta de poder, ese es el amigo al que en realidad le importamos.” 

viernes, 26 de septiembre de 2014

Declaración de la OMS

Quiero compartir y reaccionar a la Declaración de la Organización Mundial de la Salud presentada recientemente y titulada: Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud “. En su declaración plantean la alarmante situación que está ocurriendo a nivel mundial en cuanto a las experiencias de la mujer en el embarazo y particularmente en el parto.  Realizan señalamientos sobre la violencia física y verbal, restricción de libertad, falta de consentimiento informado y a un trato irrespetuoso y ofensivo que pone en riesgo la vida de la madre y la de su bebé durante el momento de mayor vulnerabilidad en la vida de ambos.

Presentan como alternativas para erradicar y prevenir estas conductas lo siguiente:

1. Mayor respaldo de los gobiernos y socios en el desarrollo, en relación con las investigaciones y acciones sobre el maltrato y la falta de respeto.

2. Iniciar, respaldar y mantener programas diseñados para mejorar la calidad de la atención de la salud materna, centrándose en la atención respetuosa como componente esencial de la atención de calidad.

3. Realzar el derecho de la mujer a recibir una atención de la salud digna y respetuosa en el embarazo y el parto.

4. Es necesario generar datos relacionados con las prácticas de atención respetuosa e irrespetuosa, los sistemas de responsabilidad y el respaldo profesional valioso.

5. Involucrar a las partes interesadas, incluidas las mujeres, en los esfuerzos para mejorar la calidad de la atención y eliminar las prácticas ofensivas e irrespetuosas.

Del primer punto tengo que aceptar que no fue hasta reciente que internalice y acepté que la salud es una lucha política, especialmente cuando de la mujer se trata.  Ciertamente, si queremos mejorar el trato y la calidad de los servicios reproductivos que recibimos las mujeres en Puerto Rico, tenemos que involucrar a los gobiernos. Tenemos que poder salir a la calle y reclamar nuestros derechos de parir en paz y con respeto, tenemos que mejorar nuestra capacidad de organizarnos como un solo frente y presentar nuestros reclamos. Un gobierno que no atiende a sus mujeres y recibe a sus futuras generaciones en violencia, terminará por destruir a su país y seremos cómplices todos(as) los que no hicimos nada al respecto.

En cuanto a la segunda y tercera alternativa sugerida, mi opinión es que debemos fortalecer la educación e impactar las actitudes y comportamiento de los profesionales de la salud que trabajan directamente con la mujer en la etapa de concepción, embarazo, parto y posparto. Es ahí donde vamos a lograr un cambio. Llevamos tiempo ya apoderando a las mujeres y familiares sobre sus derechos y opciones. Mientras que estos esfuerzos deben continuar, no parecen ser suficiente ante la avalancha de poder y control que permean desde las instituciones hospitalarias y de cuidado materno-infantil. 

El punto cuatro nos invita a recopilar información de las prácticas actuales de atención a la parturienta. Precisamente este mes de septiembre se llevaron a cabo en el capitolio vistas públicas dirigidas por la representante Luisa Gándara sobre la  Resolución de la Cámara 965 que iban dirigidas a investigar  el cumplimiento específico de la Ley 93-2008 conocida como la “Ley para el Desarrollo y la Implantación de Política Pública para la Niñez Temprana” y que esta fundamentada, en parte, por la Ley 156-2006, conocida como “Ley de Acompañamiento durante el Trabajo de Parto, Nacimiento y Post-parto.”  Los que allí estuvimos pudimos ser testigos, entre otras cosas, de la falta de compromiso que existe de parte del gremio médico al no participar de este proceso, del incumplimiento de la asociación de hospitales para presentar información que se le solicitó y de la gran necesidad que tenemos de poder convocar a las madres que experimentan este tipo de trato a decir presente. Pero más importante aun fue el hecho de realizar que leyes sin consecuencias no producen frutos.  


Por último, me lleno de esperanza en la humanidad cuando leo este tipo de declaración donde se reconoce a nivel mundial el maltrato y la falta de respeto que viven a diario las mujeres en uno de los momentos más importantes de su vida. Continuemos en pie de lucha. Comparte y riega la voz sobre esta declaración y el cambio necesario que nos urge.

domingo, 3 de agosto de 2014

Una historia de lactancia


A mi hijo Lucas Iré, celebrando nueve meses de lactancia contra todos los pronósticos

Siempre supe que el post parto iba a ser un proceso duro porque los días después de un alumbramiento son muy sensibles. La pérdida de sueño, las constantes visitas y la abrumadora tarea de adaptarse a la vida con un recién nacido puede llevar a muchos al borde de la locura.  No hay tarea más dura que cuidar y formar a otro ser humano.

No habían transcurrido ni dos días desde el nacimiento de mi hijo cuando me di cuenta de que algo no marchaba bien. Lucas, que nació en casa y pesó ocho libras, como la mayoría de los recién nacidos se pegaba a mi pecho para alimentarse continuamente. La diferencia estaba en que cada vez que lo hacía, el proceso duraba horas sin ningún descanso. Las tomadas eran eternas.  Cuando intentaba separarlo, lloraba sin consuelo.  Cuando él no lloraba, la que lo hacía era yo, pues no sabía que le sucedía ni cómo remediarlo.  Pasé días enteros con él pegado a mi pecho desde la mañana hasta que la noche caía y el cansancio nos rendía a los dos.

El día después de su nacimiento, la pediatra realizó un chequeo rutinario y observó que mi niño tenía un frenillo en la parte baja de su encía.  Nos advirtió que la presencia del mismo podría dificultar la lactancia. Nos señaló que el no removerlo haría que el proceso fuese uno sumamente doloroso para mí. Durante la consulta, me pidió que me subiera la camisa para verificar mi pezones y se dio cuenta de que ya estaban lacerados y ensangrentados.  Allí, corrigió el agarre de Lucas mientras lo lactaba.

Salí de su oficina debidamente advertida, todavía un tanto adolorida del parto y con Lucas en brazos.  Cargaba dos cremas para ayudarme con el dolor, unos “pads” que debía aplicarme en el pecho continuamente y las recetas de todos los productos naturales que debía consumir para ayudar con mi producción de leche. Ese fue el inicio de un largo camino.   

Pasaron dos días y la situación no mejoró. Durante esos primeros días, la casa se llenó de gente. En cada una de la visitas, lamentablemente, mi mente no estaba presente. Sabía que algo malo pasaba pues la mayor parte del día Lucas lloraba continuamente. Mi compañero trataba de sostenerlo para que yo pudiera descansar, pero su llanto no cesaba haciendo que nuestra ansiedad incrementara.  Una mañana, me conecté a la máquina para extraer leche y confirmé uno de mis mayores temores: mis pechos no producían suficiente leche.  Pasé veinte minutos conectada a la máquina y las botellas estaban casi vacías con sólo media onza. 

Mi compañero y yo corrimos a la pediatra abrumados por la situación. Recuerdo que en la sala de espera miraba fijamente a mi hijo temiendo lo peor.  Me sentí responsable, culpable, avergonzada y triste. Hace 13 años decidí reducirme los senos para evitar los dolores fuertes de espalda. El cirujano me había asegurado en más de una ocasión que los ductos no se comprometerían y que no iba a tener dificultad a la hora de lactar.  
Ya en la oficina de la doctora, confirmamos lo que temíamos. Lucas estaba rebajando.  Xavier se encargó de escuchar las instrucciones sobre la suplementación. Yo, por otro lado, permanecía cabizbaja y triste sintiéndome impotente.  La palabra fórmula me sabía a veneno. No iba de acuerdo con la imagen que tenía de la maternidad. Por años estuve retratando a mujeres recibir a sus hijos en la casa. Observé que los lactaban sin ninguna complicación y no entendía porque yo no podía hacer lo mismo.

Veneno. Comida ligera y procesada era lo que le íbamos a dar a mi hijo. La pediatra me dejó saber que sería por un tiempo y  los tres hicimos un plan de alimentación para Lucas que debía seguirse al pie de la letra. Consistía en lactancia a demanda, dos onzas de leche artificial cada cuatro horas y estímulo en la máquina de extracción cuatro veces al día. Además, me recetó Reglan cada seis horas para ayudarme a producir leche. Temí por la salud de mi hijo, por su bienestar, porque no creciera sano y fuerte como los niños que había retratado.  Por años había visto los beneficios de dar la teta, ¿cómo era posible que le negara esto a Lucas?  Ese día, sentí que le había fallado.

Por las próximas semanas nuestra casa se convirtió en un laboratorio científico en el que sólo se respiraba leche, tetas, máquinas, onzas y libras.  Mi tía envió una máquina industrial especializada para sacarme más leche junto a pastillas naturales que aseguró que ayudarían.  Mi mamá, que es excelente en tiempos de crisis, se encargó de comprar botellas, humificador y balanza para monitorear el peso de su nieto porque yo estaba muy triste para poder hacerlo.  Mi amiga Maricarmen vino un día a ofrecer su apoyo. Nos confundimos en un abrazo largo y sincero en el que dejé caer lágrimas de frustración. 

Recibí llamadas de todos lados; de todo tipo de personas. Fueron conversaciones largas. Todos tenían una teoría  e instrucciones de lo que debía hacer para mejorar la producción.  Yo, que siempre he padecido de una disciplina casi enfermiza con las metas que me impongo, hice todas y cada una de las sugerencias que me recomendaron. Bebí Reglan, comí avena, bebí horchata, fui a consultas de lactancia en dos centros diferentes, consumí productos naturales y me estimulé en la máquina varias veces al día.  El primer mes de mi niño, se convirtió en eso y poco a poco fui olvidando lo maravilloso que fue su alumbramiento, lo mucho que lloré de la alegría al recibirlo en mis brazos y darle la bienvenida en casa.

Siguiendo recomendaciones accedimos a remover el frenillo de Lucas luego de orientarnos con una especialista en Ciencias Médicas. El proceso fue uno duro para los tres pero necesario pues mejoró el agarre entre ambos. La presencia de este cartílago hacía que Lucas pasara más trabajo al succionar y me laceraba los pechos.  Durante el procedimiento Lucas lloraba mientras yo lo sujetaba prometiéndole que recordaría el nombre de todos los internos y la doctora para vengarme por si algo le pasaba.  Mi mamá nos espero a los tres en la sala y cuando me vio guardó silencio, otra muestra de su gran temple ante los momentos críticos. Mi cara le bastó para saber lo difícil que fue para nosotros hacerle esa intervención a nuestro bebito de sólo un mes.

Las semanas transcurrieron y Lucas comenzó a subir de peso. Noté un cambio inmediato en su comportamiento y el llanto poco a poco cesó. Estaba más alerta, más activo y más apegado.  Sin embargo, yo no estaba bien. Una tristeza constante y profunda me invadió. No poder lactar exclusivamente a Lucas se convirtió en una pérdida enorme.  Sentí coraje con todas las mujeres que dicen que la lactancia es una etapa hermosa y sin complicaciones.  Me sentí excluida de un proceso que debió llegar con naturalidad.  Me encontré en un espacio intranquilo justo en el medio de los grupos fanáticos de lactancia y las madres que escogen usar fórmula.

A veces, si estaba fuera de mi casa haciendo gestiones, me escondía para darle las onzas de leche artificial que le tocaban a mi bebé. Lo hacía porque me sentía culpable. Lo hacía porque temía que me juzgara la gente. Seguí las instrucciones de la doctora al pie de la letra pero con el paso de los días mi producción no mejoró mucho.  No sacaba ni una onza de leche. Pensaba que si me aplicaba y esforzaba cada día más, mi cuerpo reaccionaría proveyéndole a mi hijo, la cantidad de alimento que necesitaba. Los días pasaban y cada vez Lucas consumía más leche y yo producía muy poco. Me perdí en esa tristeza.

El día que Lucas cumplió un mes y medio, le dije a mi compañero que no podía más. Le confesé que no estaba disfrutando a Lucas, que el horario me iba a matar y que no veía mejoría alguna. Dejé de tomar la Reglan porque descubrí que uno de sus efectos era que deprimía.  Conocí a Marianela, una mujer maravillosa que me ayudó a encontrar herramientas para pasar por el luto de la lactancia exclusiva. Con su ayuda, comencé a buscar mi propio espacio como madre.  Organicé mis prioridades y hablé con mujeres que habían pasado por los mismo. Eso es lo terrible de todo esto. Son muchas las madres que tienen un sinnúmero de problemas con la producción de leche, pero por alguna razón sus historias de esfuerzo para lactar se desconocen.  Ellas, como yo, suplementan con leche artificial lo que sus cuerpos no pueden proveerle a sus niños. ¿Son menos madres por eso? ¿Por qué no se valida su esfuerzo y se les apoya como se le apoya a las madres que lactan exclusivamente?

Fue entonces que comencé mi propio régimen. El tiempo de calidad con mi hijo fue mi mayor motivación. Después de todo, el tiempo en casa con él era sagrado, iba a pasar volando y no me lo iba a devolver nadie. Preparé unas instrucciones para mi misma que garantizaban la salud y el bienestar de mi bebé, pero sobre todo, la mía.  Tenía que sobrevivir el primer reto que me brindaba la maternidad. 

La primera fue que en casa junto a la salud de mi hijo, la lactancia iba a ser una prioridad. Nada ni nadie iba a interferir con eso. La segunda, que la fórmula, en nuestro caso, fue una prescripción médica. Por lo tanto no era un simple  capricho o vagancia de nuestra parte.  La tercera, entender que la maternidad abarca un universo de maneras de hacer las cosas y que dentro de ese espacio infinito, cada madre decide cómo alimentar a su hijo. 

En nuestro hogar, la alimentación consiste en la ardua tarea de darle el pecho a Lucas cada vez que se levanta o lo pide. Oferta y demanda. Después se le da un biberón con leche artificial con las onzas asignadas por la pediatra.  A veces es más otras veces menos pues los cambios me han ayudado a producir mucha más leche. Cuando he tenido en la nevera leche materna extraída también se la doy.  Es doble tarea, pero lo hago porque entiendo que mi esfuerzo rendirá frutos.  Con esa determinación y la ayuda de mi compañero, he podido reunir más de 60 onzas de mi leche en el congelador que forman parte de mi banco para cuando comience a trabajar. Lo hago porque mi hijo no se merece menos.

El post parto es una etapa muy difícil. Ojalá se hablara más de lo asfixiante y duro que puede llegar a ser.  Mientras escribo esto pienso en otras mujeres que también comparten este problema.  Mi peque duerme a mi lado y es un niño feliz que sigue aumentando de peso y creciendo mucho. Lo crío con apego, no sólo porque lo lacto sino porque dar la teta es mucho más que producir leche. La teta lo consuela del llanto y lo duerme de noche.

Con la ayuda de Lucas he descubierto que no existe una sola manera de hacer las cosas. Me ha enseñado a soltar mis planes y a tratar de no predisponerme. Me ha hecho darme cuenta de que no existe una receta perfecta para criar porque cada cual lo hace con las herramientas que posee.  Me ha enseñado a no juzgar a las madres, a ser más solidaria. Me ha enseñado a que nuestra lactancia, con todas sus limitaciones, ha sido perfecta. Me ha enseñado a fluir. Ahora, el único son que bailo es el que me pone me hijo. Y creo, que soy mejor madre por eso.


Espero que cuando Lucas sea mayor sepa lo mucho que traté para darle el mejor alimento posible y que sepa que nunca me rendiré cuando de sus necesidades se trate. Ese es mi trabajo y me hace inmensamente feliz cumplirlo.

Autora: Teresa Canino

lunes, 28 de julio de 2014

Destete a Destiempo: NO!

Durante la semana mundial de la lactancia (agosto 1-7), se enfatiza la importancia de la protección,  promoción y apoyo para maximizar el logro de una lactancia exitosa. Cónsono con esta misión me gustaría abordar el tema del destete. Frecuentemente comparto con madres que se cuestionan la edad ‘apropiada’ para el destete y desconocen el impacto emocional que conlleva el mismo tanto para ella como para su bebé.

Existen modelos antropológicos que brindan una guías específicas para la edad del destete (e.g., Harvey & Clutton-Brock,1985; Charvon y Berrigam,1993; Lawerence, 1994) . Dependiendo del modelo,  la edad recomendada para el destete del ser humano fluctúa desde la edad mínima de 9 meses hasta pasado los 7 años de edad. Las guías de la Academia Americana de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés) recomienda que se lacte a los bebés exclusivamente durante los primeros 6 meses seguido por la combinación de introducción de alimentos complementarios durante  el primer año y continuar la lactancia hasta que sea mutuamente deseado por mamá y bebé (AAP, 2012).

Esta última es la recomendación más útil que puedo ofrecer a las familias con quien trabajo. Como la mayoría de los temas relacionados a la maternidad y paternidad, el momento del destete debe ser también una elección personal basada en las necesidades de la díada.  Los factores que influyen en la decisión del destete van más allá de formulas matemáticas y guías específicas. Entre estos se encuentran los valores y circunstancias socio-culturales, condiciones médicas de bebé o mamá y las actitudes hacia la lactancia.

De vital importancia es conocer que si se decide destetar, este proceso debe ser uno gradual. El impacto del destete abrupto o repentino tiene repercusiones físicas y emocionales en la díada. El infante se puede observar triste y distraído, puede presentar sonambulismo, miedo a la separación y puede comenzar a morder. Además puede presentar un aumento en el apego a la madre durante el día y acogerse a un nuevo objeto de apego como lo es el chupete, una sabanita o un peluche. El bebé puede sentir abandono. También el infante destetado abruptamente puede ser más susceptible a infecciones no solo por la introducción a otras comidas y las posibles alergias a estas sino también porque pierde las propiedades protectoras de la leche materna. Si el infante acepta un método alterno para alimentarse antes de destetarlo esto puede minimizar el impacto traumático de abandono tanto para la madre como para bebé. El destete, de ser totalmente necesario, se debe dar paulatinamente.

En la madre se pueden presentar cambios físicos en su peso y algunas reportan la necesidad de ajustar su dieta para eliminar las calorías que apoyaban la producción de leche durante la lactancia. El destete también provoca el retorno de la menstruación y con este la fertilidad. Cuando el destete es uno abrupto la madre puede presentar inflamación de mamas, sensación de llenado y ductos tapados ya que los humanos pueden continuar produciendo leche por un promedio de 45 días luego del destete.
Se presentan además cambios hormonales en la madre que pueden producir fluctuaciones en estado de ánimo. El destete abrupto puede poner en riesgo a una madre de desarrollar un trastorno emocional posparto y/o de agravar una condición emocional pre-existente. A nivel hormonal el destete produce una reducción repentina en prolactina que ha estado asociado a sensaciones de tristeza, depresión y cambios en estado de ánimo. La madre que desteta a destiempo pone en riesgo su salud emocional.  El destete puede percibirse como una pérdida física y emocional del vínculo de la díada y de una etapa especial en la vida de ambos.
En nuestra cultura el proceso de la maternidad ha sido uno medicalizado que, en parte, ha contribuido a que muchas mujeres deleguen  la responsabilidad en los (as) profesionales de la salud para decidir por ellas el momento del cese de la lactancia. Cuando esto ocurre se arriesga que estas recomendaciones estén basadas en mitos culturales del momento y creencias personales del profesional en vez de la evidencia científica. El destete no es solo un cambio en la dieta del  infante, es también un cambio en la relación entre mama-bebé. Por todo ello las recomendaciones arbitrarias sobre la limitación de la lactancia, que no tienen en cuenta los deseos de la madre y de su hijo (a), son simplemente inaceptables.

El proceso del destete se puede considerar que inicia cuando el bebé comienza a tomar cualquier otro alimento que no sea la leche de su madre y es una etapa más en el desarrollo del niño (a). Idealmente este debe ser un proceso espontáneo donde el bebé va dejando gradualmente el pecho sin ser presionado por la madre u otras personas.  Cada madre tiene que decidir por sí misma, sin presiones externas, el momento adecuado para el destete basando su decisión en las necesidades propias y del niñ@, y no en las expectativas de otros. Dile NO al Destete a Destiempo.


jueves, 1 de mayo de 2014

Emociones durante el embarazo

La etapa de embarazo y la maternidad son un proceso de transición que requieren de paciencia, entendimiento, y apertura a nuevas experiencias y sensaciones. Es el momento de mayor transformación en la vida de una mujer. Hay cambios físicos, hormonales, psicológicos y sociales.  Por esto, no nos debe sorprender que esta etapa llegue acompañada de una gama de emociones intensas. No existe una sola manera de sentirnos durante el embarazo. No hay una manera correcta y una incorrecta.

Todos los embarazos son distintos-hasta en la misma mujer sus múltiples embarazos son procesos distintos. Algunas mujeres les agrada ser el centro de atención durante su embarazo y prefieren que las mimen, mientras otras prefieren continuar con su independencia a pesar de su embarazo. El embarazo no es una enfermedad, pero ciertamente afecta a la mujer en todos los aspectos: físicos y emocionales.

Cuando hablamos del embarazo nos resulta útil enmarcarlo en 3 trimestres, según el tiempo de gestación.

·      Durante el primer trimestre (los primero 3 meses), el malestar físico predomina para muchas mujeres. Es lo que se conoce como la “mala barriga”. A nivel físico, las mujeres padecen de mareos, vómitos, mucho sueño y cansancio- mas bien un malestar generalizado. A nivel emocional todavía están en el proceso de aceptación y de  sorpresa. Aquí el entorno en el que se da el embarazo va a hacer la diferencia para el estado emocional. Por ejemplo,  si fue un embarazo esperado y planificado; si la mujer esta con su pareja o sola, etc. . También en este tiempo la mujer no se ve embarazada y  muchas veces evita decir que lo esta pues es el tiempo de mayor riesgo de perdidas de embarazo. Como no hay signos evidentes-el proceso es uno interno y personal.

·      Ya en el Segundo trimestre no se puede evitar percibir los cambios físico en la mujer y se convierte en un evento externo y social. En este tiempo, para la mayoría de las mujeres, los síntomas de la mala barriga disminuyen y se recobra la Energía. A nivel emocional la mujer internaliza que va a ser madre, siente por primera vez a su bebe y pasa de ser una idea a una realidad más concreta y observable. En este tiempo muchas mujeres se motivan a comprar las cositas para el bebe y su llegada, a decorar el cuarto, etc.

·      El tercer trimestre se le conoce como “la montaña rusa” de sentimientos. Las incomodidades físicas retornan con los viajes al baño frecuente, la barriga grande y pesada, los órganos comprimidos que producen fatiga. Este se hace uno de los tres meses más largos del embarazo. Predomina la expectativa y la ansiedad anticipatoria. Las hormonas de progesterona y estrógeno están acercándose a sus niveles más altos lo que produce cambios en estado de ánimo y sensibilidad e irritabilidad.  A medida que nos vamos acercando al parto, muchas veces los sentimientos de ansiedad predominan. Es aquí donde los estudios revelan que se puede comenzar a desarrollar una trastorno emocional que puede continuar y ser evidente en el POSPARTO. Es un tiempo vulnerable para la mujer y para la pareja. Empiezan las preocupaciones sobre el parto, sobre su identidad como madre, sobre su vida en general.

Muchas veces detenemos nuestra preparación emocional, intelectual y física sobre el embarazo y la maternidad en el parto. Pero es importante recalcar que la etapa luego del alumbramiento, que se conoce como Posparto, es un periodo de intensas emociones y ajustes significativos. Tendemos a pensar que todos los cambios en la mujer terminan al nacer el bebé pero esta no es la realidad.

Es importante poder prepararnos y educarnos para este momento tan significativo y transformador en nuestras vidas. Existe mucha ayuda disponible de profesionales de la salud especializados. El apoderarnos de este proceso hará la diferencia para una maternidad/paternidad amorosa y saludable.


miércoles, 16 de abril de 2014

El Crecimiento Post-traumático.


En este mes de abril se conmemora la concienciación de la cesárea. Puerto Rico es un país con una tasa de cesáreas mayor de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.  Esto representa un problema de salud pública al mismo tiempo que impacta a nivel individual a la madre, al bebé y a la familia. En la mayoría de los casos, cuando un parto concluye en cesárea y la mujer (su pareja o ambos) no logran percibir esta como una justificada ni perciben un trato sensible por parte de los proveedores de salud pudieran experimentar síntomas relacionados al trauma.

En la entrada del 26 de septiembre de 2011 en este blog discuto el tema del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT).  Hoy me gustaría compartir información sobre  el fenómeno identificado como el ‘crecimiento post-traumático’.

Los psicólogos Richard Tedeschi y Lawrence Calhoun acuñaron el termino en los 1990’s para señalar un cambio positivo que puede ocurrir en la vida de quienes experimentan un trauma. Esta realidad de crecimiento luego de una crisis o trauma no es un concepto nuevo. Desde la Grecia clásica y las enseñanzas de algunas religiones se ha comentado sobre el poder transformador de los tiempos difíciles. La oportunidad ahora es el de realizar estudios basados en evidencia para evaluar e identificar las consecuencias positivas de las crisis en los seres humanos.

El crecimiento post-traumático (CPT) se refiere a el “cambio positivo que un individuo experimenta como resultado del proceso de lucha que emprende a partir de la vivencia de un suceso traumático” (Tedeschi & Calhoun, 2004). Las personas que experimentan un crecimiento postraumático reportan cambios en 5 áreas: 1-apreciación por la vida y cambio en prioridades; 2-fortalecimiento personal; 3- reconocen nuevas posibilidades para sus vidas; 4-mejoría en su relaciones interpersonales; y 5- satisfacción espiritual.

El apoyo luego del evento es considerado como la variable más significativa para que  surja un crecimiento post-traumático. En lo que respecta al trauma relacionado con la cesárea, las madres que reciben apoyo emocional y a las que se les valida su experiencia tienen mayor oportunidad de crecimiento. Es por esto que los grupos de apoyo luego de una cesárea y recibir ayuda personalizada por un especialista de la conducta humana puede significar la diferencia para estas madres.

En el trabajo de Ana Álvarez-Errecalde, Cesárea: Más allá de la herida, se presentan varias anécdotas que ejemplifican el crecimiento post-traumático de mujeres con cesáreas. Aquí comparto algunas:

“Mi cicatriz es hermosa. Una puerta hacia mi recóndita conciencia que anidaba en el útero. También es una grieta, y por ella entreveo a todos los fantasmas y al peor monstruo. Gracias a ella tengo espada y luz”. 

“Con admiración y sorpresa descubro ahora que la cesárea también fue una vivencia de corte a nivel simbólico: un umbral hacia nuevas experiencias y aprendizajes".

“Mis tres cesáreas me despertaron del aletargamiento integral en el que estaba. A pesar de ellas y a través de ellas, he avanzado hacia el conocimiento profundo de mí misma. Empiezo a conectar con mi cuerpo y su lenguaje: a aceptarme y a sentirme más mujer en él”.


No todos los que sufren un trauma lograran experimentar un crecimiento post-traumático y no tenemos que experimentar un trauma para lograr un crecimiento personal y espiritual. Pero es importante conocer que para quienes deciden trabajar su trauma a nivel emocional los resultados pueden ser positivos.



Referencias
Alvarez, A. (2010) Cesárea; Más allá de la herida. Ed ObStare. España.
Cheyney, MJ (2008) Homebirth as system-challenging praxis: Knowledge, power, and intimacy in the birthplace. Qualitative Health Research, 18(2), 254-267.
Gamble, J & Creedy, DK (2009) A counselling model for postpartum women after distressing birth experiences. Midwifery, Vol 25 (2) 21-30.
Tedeschi, RG & Calhoun, LG (2004) Posttraumatic Growth: Conceptual foundations and empirical evidence. Psychological Inquiry, 15(1), 1-18.

Sawyer, A., & Ayers, S. (2009). Posttraumatic growth after childbirth. Psychology & Health, 24(4), 457-471.

miércoles, 12 de febrero de 2014

El Aprendizaje desde temprano

¿Como podemos maximizar la salud de las próximas generaciones? Reconociendo que comenzamos a moldearlas desde el útero.

Esta información la tenemos desde hace varias décadas pero continuamos enfocando el bienestar de la madre y su bebé únicamente en el aspecto fisiológico. Como madres, somos el nexo del bebé con el mundo que le recibirá. La vida del bebé en útero y su llegada al mundo son experiencias primordiales para su futuro.


Les recomiendo este libro publicado por primera vez en 1981. 

Su mensaje principal se basa en el hecho de que el feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender en útero.  Por esto, no tenemos que esperar a que nazca para comenzar a enseñarle nuestro valores más importantes y conectar con ellos.

Además, les invito a ver una charla de Annie Murphy Paul: What we learn before we're born.
Es importante que todas las embarazadas y aquellos que tienen contacto con ella conozcan el impacto que su cuidado (fisíco y EMOCIONAL) tienen en su criatura. 

domingo, 26 de enero de 2014

El 4to Trimestre



L@s invito a conocer este proyecto dedicado a presentar imágenes reales del cuerpo de la mujer luego del embarazo y el parto a través de la fotografía.

Negar que nuestra vida cambia, que nuestro cuerpo cambia luego del embarazo, parto y posparto es negar la experiencia de SER madre.

jueves, 9 de enero de 2014


El posparto:
Una preparación emocional

Espera la Transición más grande de tu vida

  • Tener un bebé en brazos luego de haber pasado por un embarazo y el proceso de parto llega acompañado de un conjunto de emociones, de jubilo y de retos.
  • Un nuevo rol e identidad sin adiestramiento previo.
  • Las primeras 2 semanas: un trabajo 24/7- “Soy Madre!”
  • El impacto de la privación de sueño.
  • Un descanso luego de las 6 semanas (el ritual de la cuarentena).
  • La primera sonrisa de bebé (6-8 semanas).

Apoyo, Apoyo, Apoyo
  • Comienza desde el embarazo y parto- Escoge una doula.
  • Identificar y establecer un sistema de apoyo para las primeras 2 semanas y posterior.
  • Pareja, madres, amigas, compañeras de trabajo, doula posparto, grupos de apoyo en comunidad.
  • Lista de recursos para padres.
  • Lectura recomendada: “Mothering the New Mother”, “Mother Nurture”. 

El espectro de ajuste posparto

  • El ajuste en un continuo.
  • Depresión y/o Ansiedad Prenatal  (10-15% de mujeres embarazadas-en cualquier momento del embarazo).
  • La melancolía posparto “Baby Blues” (80% madres durante las primeras 3 semanas).
  • Depresión y/o Ansiedad Posparto  (10-15% madres-en cualquier momento durante el primer año posparto).
  • Sicosis Posparto (.1% madres).
  • Busca ayuda profesional de ser necesario. www.postpartum.net

 Auto-cuidado
  • Duerme cuando bebé duerme, come cuando bebé come.
  • Toma “breaks” y descansa durante el día – Respira, sal de la casa, camina, recuéstate por 10-15 minutos.
  • Se asertiva y directa con tu necesidad de apoyo (emocional y físico).
  • Necesitas tiempo a solas y tiempo con tu pareja- ponlo en calendario.
  • Reconoce tus sentimientos y exprésalos (habla con alguien, escribe, dibuja).
  • Verifica tu cuerpo: mueve tu atención a través de tu cuerpo periódicamente.
  • Escucha tu cuerpo: come cuando tengas hambre, descansa cuando estés cansada.
  • Sueño, nutrición, ejercicio, masaje, meditación.