La incertidumbre es un sentimiento común durante el
periodo de concepción, embarazo, parto y posparto especialmente si se trata de
una madre o familia primeriza. En estos días de noticias de alerta y prevención
masiva dirigida a la mujer en planes de concebir o actualmente gestando, los
sentimientos de preocupación y alarma parecen ser la orden del día. El
desconocer lo que podría ocurrir nos deja un sentimiento de falta de control el
cual puede traducirse en miedo y ansiedad.
Ante la campaña contra el virus del Zika, los/as
profesionales de la salud materno-infantil debemos estar más atentos que nunca en cuanto a la salud emocional de la madre.
El deseo de la madre por proteger a la criatura que lleva en su vientre está
siendo amenazado. Ante la amenaza, el cuerpo reacciona con ansiedad y la
respuesta fisiológica es de ‘lucha/huida’. Estas reacciones tienen un impacto
directo en la madre y en el desarrollo de bebé en el útero. Los estudios sobre
la ansiedad en la etapa perinatal son contundentes en cuanto a la gama de
consecuencias que dicha ansiedad, no tratada adecuadamente, puede generar. Entre
estas están: complicaciones durante el parto, incluyendo mayor reportes de
parto traumático (Keogh, et. al 2002), mayor cantidad de partos por cesáreas
(Andersson et.al , 2004), alta incidencia de parto prematuro y bajo peso al
nacer (Hedegaard et al,
1993), depresión posparto (Austin, 2007),
efectos adversos en el neurodesarrollo de bebé y problemas
de conducta a largo plazo (Dunkel & Tanner, 2012).
Ante este panorama la salud mental maternal debe
ser una prioridad. El cernimiento, referido y tratamiento adecuado son
esenciales para la estabilidad y bienestar emocional de la madre y del bebé.
Los/as profesionales de la salud
cuentan con instrumentos de cernimiento como lo son el Edimburgo, PHQ y GAD-7
que les pueden facilitar la identificación de trastornos como la ansiedad y la
depresión durante el embarazo. Además, el tomar el tiempo de escuchar a la
madre y sus preocupaciones relacionadas al contagio, su salud y la de su bebé
debe ser siempre la regla de oro que guíe a los/as profesionales de la salud
materno-infantil sobre todo en situaciones como las que nos toca vivir en este
momento histórico.
¿Cómo saber cuándo referir a un/a especialista de
salud mental?
La ansiedad, en el mejor de los casos, puede
presentarse como un agente motivador
para quien la experimenta y le permite actuar de manera proactiva. Esto
se puede ver en una madre/familia gestante que busca información sobre su
proceso y sus riesgos para apoderarse y tomar decisiones informadas. Por otro
lado, la ansiedad cuando se convierte en patología paraliza a quien la padece e
interrumpe su funcionamiento y bienestar cotidiano. Madres que presenten
pensamientos recurrentes e intrusivos sobre los peligros del virus, que limitan
sus actividades y salidas por miedo a ser contaminadas y se presentan agobiadas
ante tanta preocupación ameritan se les provea un espacio para ventilar y
aclarar estas preocupaciones más a fondo. Ese es un buen momento para sugerir
una consulta de un/a especialista de salud mental. Es importante VALIDAR el
sentimiento de esa madre, ya que es una respuesta esperada ante el bombardeo de
una campaña sobre los riesgos de un virus, que es nuevo, y del cual se nos han
presentado especulaciones de consecuencias no alentadoras.
¿Qué tipo de tratamiento se recomienda para madres
con ansiedad?
De los tratamientos basados en evidencia para la
ansiedad perinatal, la terapia cognitiva-conductual es una de las más
estudiadas y recomendadas. Sus técnicas han mostrado ser poco invasivas y de
mucha efectividad.
Técnicas como el uso de la visualización, la
escritura, evaluación de evidencia, respiración diafragmática y herramientas de
ejercicios de conciencia plena, son solo algunas de las alternativas que han
resultado ser muy efectivas para el manejo de la ansiedad.
Es importante que las madres y familias reciban una
evaluación responsable de riesgo para que así puedan tomar decisiones acertadas
sobre su bienestar y el de su familia. El alarmismo no conduce al bienestar
solo al miedo, a la ansiedad.
Nos toca ahora ser espectadores del impacto que
esta campaña de prevención tendrá a largo plazo, no tanto en posibles casos de
nacimientos con microcefalia que es una consecuencia aun no validada por la OMS,
sino en los nacimientos prematuros, en partos traumáticos, en partos por cesáreas
y en trastornos emocionales posparto donde si está más que probado que la
ansiedad juega un papel determinante.
Referencias
Andersson, L., Sundström-Poromaa, I., Wulff,
M., Åström, M., & Bixo, M. (2004)
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antenatal depression and anxiety for obstetric outcome. Obstetics & Gynecology, 104 (3), 467-476
Austin, M., Tully, L., Gordon, P. (2007)
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anxiety and
potnatal depression. Journal of Affective Disorders 101 (1-3), 169-174.
Dunkel Schetter, C., & Tanner,
L. (2012). Anxiety, depression and stress in
pregnancy: implications for
mothers, children, research, and practice. Current Opinion in Psychiatry,
25(2), 141–148. http://doi.org/10.1097/YCO.0b013e3283503680
Hedegaard, M.,
Henriksen, T. B., Sabroe, S., et al (1993) Psychological distress in
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